¿Quién dice que la gente apenas cambia? Incluso los cambios más pequeños pueden resultar grandes para quienes no ven a sus respectivos conocidos durante mucho tiempo. Y en cuanto a dos de mis primos, para mí, este ha sido el caso.
En el primer día del tercer turno del campamento del Fuerte Nagüeles (hace dos semanas) vi que el nombre de mi primo Julián figuraba en la lista de campistas del grupo en el que yo estaba. Me resultó tan extraño que incluso pensaba que no era él, hasta que mi madre quiso verle el lunes pasado. Julián se sorprendió tras ver a mi madre, y tanto él como yo acabamos reconociéndonos el uno al otro, porque no nos habíamos reconocido antes. Resulta que le ha cambiado la voz; vamos, lo típico en los chicos de su edad.
Ese mismo día también vi a su hermana, mi prima Andrea. A ella sí que pude reconocerla porque sigue manteniendo esa sonrisa que siempre ha tenido durante toda su vida.
Puede que hayan cambiado, pero aún siguen manteniendo parte de su inocencia. Espero que esto siga así durante el resto de sus vidas.
¡Eso es todo!