21 jun 2020

Víspera del solsticio de verano


Hace tres meses, ocho días antes del equinoccio de primavera, todo el mundo fue obligado a quedarse en casa debido a una pandemia causada por un virus mortífero originado en China el año pasado (de cuyo nombre no quiero acordarme), a menos que hubiese algún asunto importante que atender que requiera salir de casa, como hacer la compra o pasear a los perros; en cuyo caso, había que ponerse una mascarilla y cumplir unas normas de seguridad e higiene. Tres meses después, el virus sigue activo y dichas normas aún tienen que ser respetadas (eso no quiere decir que todo el mundo lo esté haciendo; tanta irresponsabilidad está causando numerosos contagios y muertes), pero al menos fuimos liberados del confinamiento. Incluso antes de dicho acontecimiento, los chinos estaban fuera de sus casas y llevaban puestas las mascarillas, y mi padre y yo fuimos testigos de ello durante nuestro viaje a Francia (redactado en la entrada anterior, pero sin pruebas del caso).

El día antes del comienzo del verano (es decir, ayer), Miguel Ángel, Montse, Mónica y su perrita Meli, nos guiaron a otras familias, a mi padre y a mí a una cascada en Tolox (a mí Miguel Ángel me dijo que había reservado hora para visitarla; menudo bromista está hecho, y menudo inocente estoy hecho). Fue el lugar ideal para darse un buen lavado de cara y refrescarse por completo antes de empezar la temporada más calurosa del año. Más tarde, los "hombres" de la excursión (por "hombres" me refiero a Miguel Ángel, a otro compañero más, a mi padre y a mí) subimos más arriba (por otro camino, no por la cascada) para ver la poza; sin embargo, estaba tan lejos, hacía tanto calor y no había tanta agua por el camino por el que andábamos, que decidimos dar la vuelta y reunirnos con el resto de compañeros. Una vez estábamos de vuelta en el coche, mi padre y yo volvimos a casa.

Ya puede dar comienzo el verano. Pero la pandemia aún no se ha dado por terminada, así que acordaos de respetar las normas. Yo no pienso repetirlas aunque no lo haya hecho en ningún momento; tenéis que recordarlas vosotros.

¡Eso es todo!