Su nombre es Jose. Aún recuerdo haber estado en su vieja casa de la playa. No estaba exactamente en la playa, pero sí estaba cerca de allí.
Pasaron los años. Se distanció. Pero la amistad no se perdió. Mi padre quiso pasar tiempo con él ayer; yo aproveché esta oportunidad para volver a verlo.
Este lugar también me trae recuerdos. La zona de prácticas de San Pedro Golf Club se utilizó para varias carreras a las que asistí con mis compañeros de la escuela.
Tras un almuerzo prolongado, mi padre, mi hermano pequeño Nacho y yo nos dispusimos a practicar golpes de golf. Dudo que Nacho haya cogido un palo de golf hasta ahora; yo ya había tenido mis experiencias en el minigolf del campamento de verano, mientras que mi padre ya había experimentado el golf de verdad.
Turno de Nacho. Por razones obvias, no había ningún palo adaptado a su tamaño. Mi padre lo ayudaría tras varios intentos de golpear la bola.
Mi turno. Os aviso, amantes de los videojuegos: jugar al golf no es tan sencillo como pulsar unos botones y/o mover el mando; el golf de verdad requiere mucha más técnica.
Turno de mi padre. En cuanto a vosotros, amantes del minigolf, no os molestéis en coger un palo al azar; hay que saber escoger. Imagino que ya sabréis todo esto a estas alturas, pero os lo cuento para que os hagáis una idea de cómo fue nuestra práctica.
Tras una entretenida sesión de golf, nos pusimos a hacer senderismo con Jose por el bosque situado en las afueras del club. He aquí un río.
Más allá del puente de tubería que podéis ver a lo lejos, hay un club de esquí acuático. También dispone de canoas.
Cambio de perspectiva para una mejor vista de dicho club. Las canoas son tanto individuales como grupales.
Y para terminar la expedición, Jose nos habló de un tren abandonado, el cual conseguimos encontrar, como podréis ver a continuación. Además de abandonado, está destartalado... y sobradamente decorado. No os preocupéis, yo también me monté en el tren.
Y habiendo descarrilado, no tuvimos otra elección que coger el coche para volver a casa; Jose se dirigió a la suya a pie. Si no fuera porque no estábamos preparados para la ocasión, también habríamos hecho esquí acuático. Aun así, fue un placer para mí volver a ver a nuestro médico de cabecera.
¡Eso es todo!
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